Hay que estar atentos y no caer en provocaciones.

 

Ayer, en pleno centro de la ciudad de Xalapa, aparque brevemente mi automovil en la calle Miguel Hidalgo, casi esquina con el callejón de Cánovas, en el centro de la ciudad de Xalapa, para mandar un mensaje de Whatsapp que requería enviar para ingresar a un curso de consultoría.

Tranquilo, empecé a escribir mi mensaje cuando, como película chafa de los hermanos Almada, veo en el retrovisor del lado derecho la silueta de un tipo con características de pepenador.

No le dí importancia, sí pensé de inmediato por quienes, seguramente, habría votado este sujeto, cuando de manera agresiva, ilógica y sin mediar palabra, aventó al parabrisas de mi auto una bolsa con comida y me increpó para que lo siguiera a un callejón. 

La adrenalina, la sorpresa y el coraje (acababa de lavar mi coche y se veía inmaculado, como la mismísima Concepcion) hacen que deje uno de pensar lógica y razonablemente. 

Las ideas se nublaron y, casi estoy seguro, empece a percibir el agridulce olor a la Justicia que me exigía venganza y redención en contra de tan ruín sujeto, que seguían brincando y gritándome que me bajara del auto, lo cuál hice, abalanzandome contra el sujeto con una de las mas poderosas armas del ser humano: el lenguaje florido más lleno de adjetivos calificativos e improperios a un volúmen que, difícilmente, podría volver a alcanzar en lo que me resta de vida.

El tipo seguía haciendo como chimpance en ritual previo a la batalla, diciendome: "Anda, vamos, éntrale" mientras se internaba al callejón de Cánovas. Con los sentidos alterados por las ganas evolutivas de cazar y dar su merecido al provocador, caminé resuelto para obtener, mínimo, un arresto por 72 horas.

Igual que el mamarracho, de la nada apareció un amable señor que me detuvo y me comentó que a la vuelta del callejón habían otros vagos sentados, como esperando. 

Espanté al malviviente (con frases que me siguen ruborizando al recordarlas) agradecí al señor y en el auto me metí por el callejón que da a una vifurcación. Ahí, entre 3 o 4 sujetos estaban sentados en la banqueta. 

Ya no ví a mi agresor, pero les comento para que tengan cuidado. Al parecer, en esta bella ciudad, desde que se volvió Islas, los maleantes actuan impunemente y a plena luz del día. 

Si no fuera por ese ciudadano que Dios me mandó en ese momento, igual hubiese sucedido algo peor que mi auto ensuciado.

Lo comento para que actúen con cabeza fria y no caigan en trampas de maleantes sin oficio ni beneficio que, tristemente, cada dia que pasa, se multiplican en la otrora tranquila y segura Atenas Veracruzana.

¿Las autoridades? Brillando por su perpetua ausencia. Y lo peor, que yo no los voté pero estoy "disfrutando" lo que otros votaron.

Conclusión: Nunca pierdas la cabeza, respira profundo, recobra la cordura y no caigas en las trampas de los malos, por más delirantes o absurdas que estas sean. Debí guardar mesura y no lo hice. Me arriesgue torpemente por no pensar y luego actuar. Me salvé, quizá, de algo más grave que pude haber evitado. Pero descubrí también que la capital de Veracruz ya no es tan pacífica como a veces creemos y que hay que tener más precaución de ahora en adelante. 

Tristemente, está es la nueva realidad en Xalapa y hay que estar preparados y atentos para no caer en provocaciones de gente resentida que solo busca dañar a los demás.

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