En el multiverso Fit
Era una noche fresca y muy tranquila en la 4 veces heroica Xalapa (mira que ha soportado 17 años de verdadero terror), la otrora siempre lluviosa y cubierta con un manto blanco de neblina, cuando mi querida hija me pidió unas hamburguesas de don Toño. Serían aproximadamente las 9 pm cuando, aprovechando el viaje y decidido a degustar un delicioso Jocho con todo lo que se requiere para que sea un señor Jocho, emprendí la marcha, cual Napoleón hacia tierras de los zares, como Alejandro Magno rumbo a Persia o como Hernán Cortés hacia el altiplano, e aquellas épocas sin Covid ni crimen organizado. Armado con mi gorra de la UV (hace apenas 30 años conocida por tírios y troyanos como la U bré) aceleré la marcha, saludando con discreción y cortesía a todo ser humano que se cruzó en mi camino, por aquello de "ya no lo podré asaltar, igual hasta conoce a mi jefa y luego la cueriza quién me la quita...". Rápido llegué a ese Nirvana de la gente fat. Alrededor mío, una docena de tiernas