Callar u opinar. He ahí el dilema.

 


De pronto, llega a tí un tema del cual conoces a profundidad y, por desgracia, lo que escuchas o lees no tiene base, sustento ni razón, es falsa o busca manipular a través de falacias malintencionadas.

Lo más correcto y lógico sería alzar la voz y dar tu opinión razonada, de la forma más simple y contundente posible, para abrir la posibilidad del interlocutor de ver el tema de forma distinta o bajo una nueva perspectiva.

Pero en esta sociedad, parece que comentar de lo que se sabe es algo prohibido. "No te metas, no digas, no hables, no te metas en broncas, ¿para qué lo haces?, no opines" son voces que empiezas a escuchar a tu alrededor.

Parece que el pensar y el externar tu pensamiento es algo prohibido, malo, peligroso... sí, opinar hoy en día parece que es algo peligroso, sobre todo si la opinión refiere a la capacidad o no, eficacia o no o eficiencia o no de un servidor público.

Creo firmemente que hay que opinar, que nadie puede ni debe callarte, que es un derecho humano el participar en los debates que competen a todos.

Ahora bien, recomiendo que solo se opine cuando: sepas del tema, hayas escuchado los dos lados de la conversación, puedas fundar y motivar cada palabra que digas y, sobre todo, que tengas la humildad de escuchar activamente al otro y estar conciente que, quizá, no siempre tú tengas la razón o la verdad.

¿Qué opinan?

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