La elección judicial.

 


No hay plazo que no se cumpla, dice el adagio popular. Y sí, resulta que estamos próximos a ver si ese raro experimento de elegir a quienes serán nuestros próximos jueces, magistrados y ministros resulta un éxito o un fiasco, entendiendo que ellos son los garántes de la inolora justicia que, hoy día, es vital para sacudirnos la malaria de violencia e impunidad qie vivimos.

Algunos de los argümentos, sobre todo respecto al Poder Judicial Federal, no están lejos de la verdad. La selección, ingreso y promoción era, lo menos, perfectible y dió lugar a un exceso de nepotismo, donde esposas, concubinas, hijos y sobrinos entraban a laborar sin mérito alguno, aunque ascendían a puestos de mayor importancia por méritos propios. 

Sin embargo, la reforma reciente impulsada por el gobierno en turno es todavía más obscura, más propensa a fallas y desatinos en la elección de quienes, jamás la olerán, pero deberán aplicar la justicia y el derecho en resoluciones que, de una u otra manera, tienen repercusión en la vida, patrimonio, trabajo, entorno familiar, libertad e igualdad de miles de mexicanos cada año.

Estamos en la antesala de la politización barbárica del único Poder que controlaba los excesos de los otros dos, el ejecutivo y el legislativo (comparsa perpetua del presidente en turno). Corremos el riesgo de tener jueces con nexos visibles con el CO. De tener licenciados que jamás fueron abogados ("Licenciado, cualquier pendejo, abogados pocos y de calidad") y personajes cuya parcialidad es más que evidente, para beneficiar una agenda progre, woke, minoritaria, por abrazar sin tapujos la ideología de género. 

Esto es, tendremos juzgadores que no resolverán conforme a derecho, con justicia, de manera imparcial. Y lo peor, podemos tener juzgadores brutalmente ignorantes, como la señora Lenia Batres, personaje de escaso talento pero soberbia como pocos, que se la ha pasado de escándalo en escándalo, confundiendo las sesiones del Pleno, con una plenaria del partido de sus amores.

Lo peor: Serán una elecciones que no tendrán un conteo en las casillas por parte de los ciudadanos. Será el propio partido en el Poder quien decida quien "ganó" y quien no, sin posibilidad alguna de saber si hubo mano negra o no.

Y, hablando de mano negra, hace poco falleció el más grande populista de la historia del país y de Veracruz, amado y odiado casi en la misma proporción y quién, espero, que ya se encuentre junto a doña Rosita, disfrutando eternamente de lo que merece y que no terminó de pagar en vida.

Veremos que nos depara el futuro con la gente que, hoy, anda sufriendo porque se vieron obligados a hacer campaña, como si de tristes políticos se tratara.

Y si me preguntan, a pesar de no tener ni una pizca de fe en el proceso, sí iré a votar por amigos y compañeros que, sé, si ganan harán un muy decoroso papel como autoridades jurisdiccionales.

Solo el tiempo dirá si tengo razón o no. Espero sinceramente, esta vez equivocarme.


MORALIDADES. 12 de mayo de 2025.

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