Hay que estar atentos y no caer en provocaciones.

Ayer, en pleno centro de la ciudad de Xalapa, aparque brevemente mi automovil en la calle Miguel Hidalgo, casi esquina con el callejón de Cánovas, en el centro de la ciudad de Xalapa, para mandar un mensaje de Whatsapp que requería enviar para ingresar a un curso de consultoría. Tranquilo, empecé a escribir mi mensaje cuando, como película chafa de los hermanos Almada, veo en el retrovisor del lado derecho la silueta de un tipo con características de pepenador. No le dí importancia, sí pensé de inmediato por quienes, seguramente, habría votado este sujeto, cuando de manera agresiva, ilógica y sin mediar palabra, aventó al parabrisas de mi auto una bolsa con comida y me increpó para que lo siguiera a un callejón. La adrenalina, la sorpresa y el coraje (acababa de lavar mi coche y se veía inmaculado, como la mismísima Concepcion) hacen que deje uno de pensar lógica y razonablemente. Las ideas se nublaron y, casi estoy seguro, empece a percibir el agridulce olor a la Jus...